La compañía coreana Celltrion Healthcare, con la que Kern Pharma tiene un acuerdo para la comercialización de productos, ha conseguido que la Comisión Europea apruebe su biosimilar Truxima, un anticuerpo monoclonal biosimilar (mAb) con rituximab como principio activo indicado para linfoma No-Hodking, leucemia linfocítica crónica y artritis reumatoide, igual que el fármaco de referencia, MabThera de Roche.
Así lo ha comunicado Regina Múzquiz, directora general de BioSim, durante la Jornada Profesional Innovación de Medicamentos, organizada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en Madrid. Ésta ha comentado durante su discurso que esta aprobación «marca un antes y un después en la historia de los biosimilares». ¿Por qué? Pues porque se trata del primer biosimilar para el tratamiento del cáncer que se aprueba en Europa, y que entrará en el mercado español a través de la compañía liderada por Raúl Díaz-Varela.
La división farmacéutica del grupo Indukern lleva más de dos años siendo el soporte europeo de Celltrion. Gracias al acuerdo alcanzado entre ambas partes, Kern Pharma se convirtió en la primera compañía española en comercializar un mAb. En concreto infliximab, que fue aprobado en 2013 y puesto en el mercado español en 2015.
Un ahorro para el sistema de salud
Los biosimilares son fármacos de carácter biológico con un principio activo equivalente al del medicamento de referencia. No deben confundirse con los genéricos, que son copias exactas del producto original puestas en el mercado una vez que expira la patente del último.
El biosimilar también surge tras expirar la patente y, de la misma forma, puede venderse a un precio menor, pero al ser un producto biológico necesita de un mayor número de ensayos y su gastos de desarrollo son mucho más elevados. «El coste de un genérico está en torno a 2 o 3 millones de euros. El del biosimilar, entre los 100 y los 300 millones», ha explicado Múzquiz. De esta manera, la reducción de su precio comercial no puede ser tan amplia como la de un genérico.
En el caso del rituximab, en los próximos tres años este biosimilar generará un ahorro de 570 millones de euros en los 28 países de la UE, lo que equivale a 49.000 pacientes más que podrán recibir el tratamiento. Así lo ha calculado el profesor László Gulácsi, jefe de departamento de Economía Sanitaria en la Universidad Corvinus de Budapest, para Business Wire.