Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la compañía farmacéutica en nuestro país es la falta de comunicación con sus empleados y el blindaje férreo al que está sometido el departamento hacia el exterior.
Sanitia. Es un imposible. Contactar con el departamento de comunicación de Abbott en España es una quimera. Se trata de un área ‘fantasma’ que no da señales de vida en épocas como la que está viviendo actualmente la compañía, en plena fusión con St Jude, a pesar de que la razón de ser de divisiones como la mencionada sea precisamente la de dar la cara y la de comunicar (como bien indica su nombre). Pero esta actitud de blindaje consigue un efecto muy diferente al esperado, porque en vez de tranquilizar a sus empleados crea un efecto de incertidumbre que no es bueno ni para ellos ni para el negocio. Ya lo contó Sanitia hace unos días: fuentes de ST Jude nos confirmaban que no existe comunicación alguna entre ambas compañías. “No estamos integrados todavía, no tenemos relación unos con otros”, aseguraban, para soñar con que “algún día estaremos integrados”.
La comunicación hacia el exterior tampoco es el fuerte de Abbott que, en vez de mostrar la mayor transparencia posible a los que se interesan por operaciones como la de la fusión con St Jude, se cierra en banda para evitar hacer cualquier declaración al respecto. Una actitud que no hace más que alimentar rumores y hacer que los medios se planteen para qué sirve este departamento, solo entrenado para lanzar informaciones apenas relevantes y, cómo no, siempre positivas para la farmacéutica.
¿Qué contratiempos puede presentar la fusión efectiva con St Jude? ¿Qué impacto tendrá en la organización, tanto para la dirección como para el equipo comercial y los departamentos operativos? ¿Qué personas del equipo directivo actual de St Jude pasarán a Abbott? ¿Cómo queda la organización final tras la fusión ¿Se prevé que tras esta adquisición haya líneas de negocio que tengan que ser vendidas? Estas y otras muchas preguntas que surgen a raíz de esta operación siguen sin respuesta. Los trabajadores tampoco lo saben y siguen esperando el momento de que algún responsable les informe sobre ello.
Como hemos mencionado ya en alguna ocasión, el sector de la salud tiene un problema de comunicación que lo ha situado entre los peores de nuestro país en este sentido. Y empresas como Abbott no hacen más que acrecentar esta mala reputación que está cada vez más instaurada en nuestra sociedad.