Las autoridades europeas autorizan la operación con condiciones, pero a las compañías les falta el visto bueno de al menos una decena de países en todo el mundo.
Sanitia. A trancas y barrancas, la fusión de los gigantes químicos multinacionales Bayer y Monsanto va quemando etapas. La última ha sido el visto bueno de la operación por la Unión Europea, aunque obligando a ambas compañías a desprenderse de diversos activos en los mercados agrícola, de semillas y de pesticidas para asegurar la competencia efectiva en los mercados comunitarios. En su escrito de justificación para autorizar la operación, los supervisores de la UE explican que la operación, tal y como estaba planteada inicialmente por las propias compañías , hubiera menguado «significativamente» la competencia en precios y en capacidad de innovación. Bayer ha señalado a Basf -una de las pocas grandes multinacionales que no ha protagonizado una gran fusión en el sector químico- como eventual compradora y beneficiaría de la venta de activos a que obliga la UE.
La fusión es vista con recelo por determinados países -en particular, Argentina- y por el mismo sector químico, en especial, entre los productores de pesticidas, las compañías de productos agrícolas y los propios agricultores, ya que la macrofusión viene precedida de una potente concentración empresarial: seis de las compañías más grandes del sector han adquirido más de dos centenares de fabricantes de semillas en los últimos 20 años -desde la aparición de los transgénicos en el mercado-, además de producirse la integración de otros gigantes Dow y Dupont o Syngenta y Chemchina.
Demasiado poder de influencia sobre el medio ambiente depositada en pocas manos, según los ecologistas.
«Preocupante» o «muy preocupante» según la mayor parte de la opinión pública europea. Es lo que opina el 47% de una muestra de españoles, alemanes, franceses, daneses y británicos consultados en una encuesta hace pocas semanas: consideran que la operación afectará negativamente al medio ambiente, aumentará la cantidad de sustancias químicas usadas en la agricultura y recortará el margen de maniobra de los agricultores para gestionar sus cultivos.
En su comunicación a la CNMV, donde cotizan sus acciones, Bayer ha reconocido que todavía le falta el visto bueno de un buen puñado de países, aunque dice haber conseguido la aprobación de una «mayoría sustancial» -incluyendo Brasil y China- de los 30 reguladores que deben estudiar y dar luz verde a la operación.